Consumada con éxito la aproximación, y con la presa a unos metros de nuestro arco, nos asaltan las dudas. Ya hemos conseguido lo más complicado y tenemos a tiro al jabalí de nuestros sueños. ¿Y ahora dónde situamos el flechazo? En las siguientes notas respondemos a esta pregunta considerando los diversos factores a tener en cuenta a la hora de tomar esta crucial decisión.
Anatomía y letalidad de la flecha
Al mundo de la caza con arco llegan fundamentalmente dos tipos de cazadores. Parte de este colectivo son cazadores que durante años han practicado la caza con distintos tipos de armas y que, buscando nuevos retos, adquieren un arco y se adentran en esta apasionante aventura. Otros, en cambio, son cazadores completamente noveles que nunca antes han practicado la caza y que directamente a través del arco han decidido empezar con su carrera cinegética. Los componentes del primer grupo tienen un camino por recorrer relativamente más fácil, pero eso no implica que deban modificar y adaptar los conocimientos que han adquirido durante años para conseguir tener éxito en sus salidas con arco. El segundo grupo deberá empezar de cero y tendrá un arduo camino por el que transitar, pero contará con la pequeña ventaja de no haber adquirido malas costumbres. Para entender el reto que se pretende asumir, lo primero que debe conocer un cazador son las limitaciones que tiene el arco respecto a otras armas. El arco es altamente efectivo, pero de corto alcance. Por eso el cazador arquero debe aproximarse a sus presas a distancias extremas, en las que el más mínimo error provocará que el animal le detecte. Es sin duda una de las disciplinas de caza más deportivas y que mayores ventajas ofrece a nuestras presas.
Situaciones en la que es preferible no disparar
En el caso de que tengamos dudas sobre su cobro, es preferible no disparar que hacerlo y dejar malherido al animal.
Existen dos tiros clásicos que efectúan los cazadores de armas de fuego que no se deben realizar con el arco bajo ningún concepto. El primero es a la tabla del cuello. Salvo que seccionemos arterias mayores, como la aorta, es muy difícil abatir a la pieza limpiamente El segundo es el conocido como “tiro culero”, es decir, un disparo que va dirigido directamente al ano del animal. Con una bala es un tiro devastador, pero con un arco el riesgo de que la flecha quede encajada en la pelvis de la pieza es demasiado alto. Por lo tanto, es poco recomendable disparar en esta situación. También debemos evitar en la mayoría de los casos los tiros con el animal en posición frontal. No obstante, el mejor disparo que se puede realizar en esta situación consiste en apuntar a la base del cuello, allí donde el esófago penetra en el pecho. Si la flecha queda un poco alta, tocaremos pulmones, y si vuela algo baja, podemos impactar en el corazón. Es muy importante recalcar que para realizar este tiro debemos estar plenamente convencidos de que la presa no ha detectado nuestra presencia y de que está totalmente tranquila, ya que, de lo contrario, es posible que se mueva antes de que la flecha le impacte y, como consecuencia, hiramos al animal.
La letalidad de la flecha
Una vez asumido el reto de la proximidad, debemos ser conscientes de cómo actúa una flecha y de cuál es realmente su poder letal. A diferencia de una bala disparada por rifle, que mata desgarrando tejidos, rompiendo huesos y creando un efecto de vacío devastador, que provoca heridas en el cuerpo del animal muy superiores al diámetro de la bala, la flecha, y sobre todo la punta de caza, simplemente produce un corte similar al diámetro de sus cuchillas, por lo que carece de poder de parada. Ello propicia que el poder letal de una flecha esté estrictamente ligado a la ubicación correcta del disparo en la zona vital de la presa. Aunque un disparo de flecha puede sesgar las costillas de un animal y algunos huesos más prominentes, generalmente la herida provocada por una punta de caza es un corte quirúrgicamente perfecto que lacera todos los tejidos que encuentra a su paso, junto con venas y arterias, y jamás desgarra o aplasta. Una herida provocada por una flecha provista de punta de caza causa una hemorragia masiva que puede terminar con un rápido desangrado del animal y con su muerte fulminante. Aun así, lo que debemos intentar es que nuestra flecha impacte en los órganos vitales con el objetivo de provocar diferentes disfuncionalidades del organismo que aceleren la muerte de nuestra presa, disminuyendo de este modo su sufrimiento. A diferencia de las heridas provocadas por arma de fuego, las heridas por laceración que producen las puntas de caza casi nunca son dolorosas, debido a que las fibras nerviosas, encargadas de la transmisión del dolor, son limpiamente cortadas, así como la piel, los músculos y los capilares. Un ejemplo que probablemente habremos vivido en nuestra vida rutinaria es cuando al abrir un bote de conservas nos hemos cortado con la tapa. Generalmente en esa situación nos damos cuenta de ello cuando vemos gotear la sangre, pero no por el dolor producido por la herida. Analizando esto entenderemos que el poder letal de una flecha viene marcado por la precisión del disparo y por el poder de penetración que debe permitir a la flecha tener la energía suficiente para introducirse en el animal, alcanzando sus órganos vitales y atravesando para lograrlo costillas y, algunas veces, huesos de mayor envergadura.
Tiros en situaciones especiales de caza
Debemos hacer mención especial a los tiros realizados desde puestos de árbol (treestands) tan utilizados por los cazadores arqueros. En estas situaciones tenemos que analizar e imaginar la trayectoria que debe seguir la flecha para impactar en ambos pulmones de la pieza. Lo normal es que la entrada de la flecha sea un poco más alta de lo habitual. No podemos permitirnos el lujo de malherir a un animal por haber disparado en una posición inadecuada o a una distancia demasiado larga. Es mejor perder un lance que dejar en el monte una pieza herida sin posibilidades de cobro. Nuestra conciencia y nuestro compromiso en un constante entrenamiento es el que nos convertirá en grandes cazadores con arco.
La ubicación del disparo
La correcta colocación del tiro es el criterio más importante para practicar la caza deportiva con éxito. En esta imagen se describe la situación de los principales huesos que protegen las zonas vitales.
Lo más importante, la situación del animal. En este sentido, la zona pulmonar debe ser el objetivo de nuestra flecha por varios motivos. A diferencia del corazón, que se encuentra protegido por el húmero y por la articulación del codo, huesos muy difíciles de atravesar con una flecha, la zona pulmonar está protegida por la caja torácica mediante huesos fáciles de atravesar por nuestra flecha. Además, apuntar a la zona pulmonar nos permite un pequeño margen de error de precisión, ya que si nuestro disparo queda algo trasero, podemos impactar en el hígado. Si en cambio nuestro tiro es algo bajo y conseguimos esquivar los huesos más prominentes, nuestra flecha puede sesgar el corazón. Todos estos órganos al ser afectados tienen como consecuencia la rápida y limpia muerte del animal. Dependiendo de la posición y ángulo en el que se encuentre nuestra presa, para que nuestra flecha impacte en la zona pulmonar deberemos apuntar a uno u otro lugar, o incluso decidir omitir el disparo.
A continuación analizaremos los ángulos más comúnes con los que nos podemos encontrar en situaciones reales de caza:
La presa está cuarteada dándonos la espalda.
Deberemos valorar cuánto está de cuarteada y si nos ofrece un blanco seguro que permita disparar con garantías de evitar los huesos de la pata trasera y delantera. Si el animal se encuentra ligeramente cuarteado, la posición de disparo es perfecta, ya que la flecha tendrá el camino libre de huesos duros. En esta situación deberemos tener presente que para impactar en los pulmones hay que apuntar detrás del codillo, visualizando el vuelo de nuestra flecha. ¿El truco? Imaginar cuál será la salida de la flecha y apuntar teniendo en cuenta esta consideración. Si el animal está demasiado cuarteado, es preferible no disparar, ya que el hueco que nos dejan los huesos de las patas traseras y delanteras es demasiado pequeño y tenemos grandes probabilidades de no llegar a alcanzar los órganos vitales.
Cuando esté cuarteada de frente
Tomaremos muchas precauciones, pues demasiados huesos extremadamente duros protegen la zona vital de la presa y el riesgo de herir al animal y no cobrarlo es tan grande que es preferible esperar una mejor posición de la presa u optar por no disparar. De esta manera, si finalmente se decide disparar, debe hacerse extremando la precisión y a a una distancia muy corta que nos permita apuntar con el 100% de garantías. Un tiro con entrada en la zona del codillo, como el de la imagen número1, puede pare- cer a la vista un tiro fantástico, pero no lo es en absoluto, ya que la trayectoria de la flecha hace que se dirija hacia el estómago en vez de a sus pulmones. Así, en el mejor de los casos la punta de caza solo cortaría uno de los dos pulmones. Con este tiro es muy probable perder el animal herido en el monte. La opción de la imagen número 2 también debe intentar evitarse: demasiados huesos y un blanco muy pequeño que no se visualiza claramente son muchos riesgos que es mejor no asumir. La opción de la imagen número 3 no nos permite disparar bajo ningún concepto. La zona vital está completamente protegida por prominentes huesos que la flecha no podrá atravesar.
Como se cita en el famoso libro de Kevin Robertson sobre el tiro perfecto, el punto donde se alcanza a un animal es más importante que lo que uses para alcanzarlo. La correcta colocación del tiro es el criterio más importante para practicar la caza deportiva con éxito y, por tanto, disfrutar de ella sin importar a qué especie se dé caza.Para tener éxito en este aspecto es necesario tener un conocimiento exhaustivo de la anatomía de la especie que pretendemos cazar, conocer desde todos los ángulos dónde están sus huesos más prominentes y la ubicación exacta de sus órganos vitales, como el pulmón y el corazón.
Se encuentra en posición horizontal
La posición perfecta de la presa es cuando se encuentra completamente en horizontal y con la pata delantera más próxima a nosotros adelantada. De este modo el animal descubre por completo su zona vital. Un tiro en la zona baja del codillo, apuntando a la pata delantera del otro lado, garantizará el cobro del animal. Si en esta posición el animal se encuentra con la pata delantera más próxima a nosotros atrasada, debemos tener mucha precaución con el húmero y la articulación del codo, por lo que hay que intentar no quedarse demasiado bajo en el tiro.
Texto : José Salvador Ramírez García
Infografías: Alejandro Martín " TioJander "